Garza estriada sobre un nenúfar Victoria, Pantanal, Brasil
En pleno Pantanal brasileño, uno de los mayores santuarios de biodiversidad del planeta, se vive una escena tan insólita como hermosa: una garza estriada se posa sobre un nenúfar Victoria, cuyas hojas circulares pueden superar los tres metros de diámetro y sostener hasta 40 kilogramos sin hundirse. Pequeña pero ingeniosa, la garza aprovecha esta hoja flotante como atalaya para cazar. Desde allí, inmóvil y camuflada entre verdes y grises, espera el momento perfecto para lanzar su ataque.
Aunque en España no existen nenúfares de ese tamaño, nuestros humedales —como las Tablas de Daimiel, el delta del Ebro o Doñana— también son refugio de aves acuáticas. Garzas reales, espátulas o martinetes despliegan allí estrategias igual de sorprendentes, adaptadas a su entorno.
Este tipo de escenas nos recuerdan que la naturaleza es pura creatividad: en cada rincón del planeta, la vida encuentra formas únicas de convivir y sobrevivir. Porque a veces, una hoja flotante puede ser el mejor escenario para contar una historia salvaje.